viernes, 29 de septiembre de 2017

Silvia, Alba, Barcelona.

¡Hola a todas y todos! Después de bastante tiempo sin escribir por fin he decidido ponerme las gafas, sentar este culo gordo en la silla y ponerme a escribir en serio.
Esta semana pasada hice uno de los viajes más guays de este verano. Después de muchos nervios, enfados, altibajos y un verano ahorrando, por fin fuimos a Barcelona. No era la primera vez que iba allí pero siempre está bien volver. He pensado que podría estar guay contaros un poquito del día a día de este viaje.

Día 1: Born, Barrio Gótico y Paseo de Gracia.

A las 3 a.m sonaba mi alarma y salía de la cama para poner rumbo al aeropuerto. Cogimos el avión a las 6 de la mañana y llegamos a Barcelona sobre las 8 y media. Nunca había volado de madrugada y creedme que no hay nada más impresionante que ver amanecer estando en las nubes.
 Después de pagar diez euros (sí, diez eurazos) por el transporte del aeropuerto al centro de la ciudad, llegamos al que sería nuestro albergue durante la primera noche.

              


El albergue estaba muy bien situado y se respiraba un clima de buenrollismo increíble. Las habitaciones eran muy amplias, los suelos preciosos y estaba súper bien decorado.

Dejamos las maletas y nos pusimos rumbo al parque de la Ciutadella y después hacia el barrio del Born donde nos estaría esperando la incríble Bimi. Gran guía, mejor persona. Paseamos por el barrio del Born, que situado muy en el centro de Barcelona está compuesto por numerosas callejuelas llenas de colores, de gente totalmente distinta, turistas perdidos y paredes de un color tierra que pintan las callejuelas. 
           

Después de ver el precioso barrio del Born nos dirigimos hacia el barrio Gótico donde vimos la catedral y a todos los músicos que inundan sus calles. También es un barrio con una gran cantidad de turistas, tiendas preciosas y rincones únicos cada cien metros.

Por allí vimos también una de las cosas que más me impresionó de Barcelona: 'El mundo nace en cada beso'. Se trata de un mural fotomosaico formado con fotografías que los lectores de El Periódico enviaron. Todas estas fotografías se montaron de forma que su unión dio lugar a este 'beso'. El tema requerido para las fotografías era 'vivir libre'. En un principio sería de exposición temporal pero el Ayuntamiento decidió dejarlo de forma permanente.
También fuimos al mercado de la Boquería. El enorme mercado barcelonés lleno de colores, comida española y algunos pequeños puestecitos con comida más innovadora. Si no sois guiris y no os queréis dejar la pasta, pensad en comprar en otro sitio.



Continuamos por Las Ramblas hasta llegar a las calles llenas de tiendas de ropa y curiosidades de segunda mano. Una de mis tiendas favoritas estaba llenísima de camisas hawaiianas por cada rincón de la tienda, chaquetas vaqueras con forro de borreguito por dentro, levis de tiro alto... ¿qué más puedo pedir? La ropa se vende al peso y el precio del kilo eran unos 24 euros. Me sabe fatal no acordarme del nombre pero qué se la a hacer si cada día tengo menos memoria :( 

Después de esta gran caminata fuimos a comer al que sería mi restaurante favorito de estos días: Bacoa. Se trata de una cadena de hamburgueserías gourmet que operan en Barcelona y Madrid con carne de ternera ecológica que es una verdadera pasada. El precio es bastante asequible y aún me acuerdo de lo buenísima que estaba la comida.

Tras comer en Bacoa y después de estar desde las 3 de la mañana fuera de casa intentamos descansar para ver a Ferrán que nos esperaría en el bar donde se fundaron grupos como Love Of lesbian. 
Cuarenta minutos paseando por Plaza Cataluña, Urquinaona, disfrutando del precioso Paseo de Gracia... Llegamos al bar y estaba cerrado, así que nos llevó hasta la Plaza del Sol situada en el barrio de Gracia y llena de gente joven bebiendo en un ambiente muy bohemio.

                        
Volvimos al albergue muertas de cansacio por lo que esa noche no hubo ni cervecitas, ni chicos monos, ni cenitas románticas. Solo dormir.

Día 2: Manresa.

Después de dormir como dos bebés, hicimos la maleta y nos fuimos rumbo a Manresa. Es una ciudad encantadora situada en la montaña y con unas vistas increíbles. El trayecto Bcn-Manre es de una hora aproximadamente y en un camino lleno de curvas donde casi pierdo a mi pobre estómago. Eso sí, el paisaje es una maravilla. 
Llegamos y allí estaban Isaac y Ernest. En esta pequeña y encantadora ciudad ya empezaban a verse marcas de que el otoño estaba a la vuelta de la esquina: cielo más nublado, fresquito, unas gotitas de lluvia, hojas cayendo... 
Allí vimos toooda la ciudad, subimos  a una pequeña montaña desde donde veríamos la ciudad entera. Nuestra acampada se suspendió por el mal tiempo pero supimos sustituirla por una noche con mil cervezas y Jager.

Día 3: Manresa y Barcelona.
Despertamos, vagueamos, desayunamos y salimos a comer fuera. Comimos en una crepería increíble y preciosa situada en el paseo de la ciudad. Tras llevar tres días comiendo fuera de casa, creedme que esos crepes tan buenos no entraban en este pequeño cuerpo.
Tras hacer siesta nos pusimos rumbo a Barcelona donde beberíamos y después iríamos a los conciertos en la playa para ver a Txarango y Búhos. En el trayecto de metro viví la peor experiencia del viaje: gente borrachísima chillando, vagones petados y falta de oxígeno. A pesar de esto la noche fue una pasada y aunque no nos enterásemos mucho de qué iban las canciones -estaban en catalán- lo pasamos como niños. Esa misma noche también tuve que compartir cama con dos personas más y tampoco estuvo tan mal.

Día 4: Búnkers, Sagrada familia y Mercè.

Tras llegar al piso a las seis de la mañana y compartir cama con dos personas más, a las once de la mañana pusimos rumbo hacia los bunkers de la primera guerra mundial y después hacia la Sagrada familia.
Anduvimos lo que no está escrito para llegar a los búnkers del Carmel y disfrutar así de las preciosas vistas de la ciudad. Estos búnkers son restos de una batería antiaérea de la Guerra Civil española.
Hace años estuve en Montjic y creedme, prefiero la vista desde los bunkers.

Tras bajar de los búnkers, llegamos a La Sagrada Familia. Si impresiona en foto, no os podéis hacer una idea de cómo impresiona en persona. Seguramente sepáis que para entrar allí tenéis que comprar una entrada on line de unos quince euros por persona. Al ser las fechas de la Mercè, ese día era gratis pero como buenos chicos desastres que somos, no sacamos entrada. Casualmente un chico pasó por nuestro lado y nos regaló tres entradas. Os podéis imaginar qué subidón. 
Entras allí y es como entrar en un mundo nuevo. Techos infinitos, vidrieras de mil colores, torres, escaleras de caracol, cristos modernos, infinidad de personas pasando de un lado a otro... Una auténtica pasada. 

Después de caminar unos 11 kilómetros en una mañana, la mejor forma de terminar el día era yendo a las fiestas de la Mercè y disfrutar de los conciertos -gratis- en la Plaza de España. Ver a Sidonie, el grupo que nos unió a los cinco en Interestelar, juntos otra vez fue... no tengo palabras. Después de Sidonie tocaba Leiva. Mi primer concierto de Leiva, con gente genial y en Barcelona. 

             

Día 5: Cunit y Cala Fonda.

Tras el concierto de Leiva nos pusimos rumbo a Cunit, Tarragona. Sí, una locura salir a las 3 am hacia allá. Allí estuvimos en el apartamento de uno de los nuevos chicos que se quedaría en nuestro grupo. 
Nos despertamos temprano, desayunamos como reyes, preparamos unos bocatas y fuimos hacia Cala Fonda, una cala preciosa a una media hora de donde estábamos. Tuvimos que hacer como veinte minutos de caminata hacia allá por el bosque pero mereció la pena. Pasamos uno de los últimos días de septiembre en una playa nudista mientras muchos de vosotros estábais en clase... 






Día 6: Barcelona y vuelta a Sevilla.

Si las despedidas son horriblesm, imaginad despedirse de unos chicos geniales que no sabemos a ciencia cierta cuándo volveremos a verlos. Después de una semana de cassoladas, aprendiendo catalán, cervezas, kilómetros y kilómetros andando, conciertos, playa, esteladas... es difícil volver a la rutina. Es increíble cómo puedes conectar tanto en tan poco tiempo con chicos que conociste en un festival de música...
Este viaje me ha demostrado una vez más, que el mundo está lleno de personas maravillosas.





Os queremos.
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