martes, 8 de agosto de 2017

Días de luces.

¡Hola a todos y todas! Hoy traigo una publicación un poco distinta al resto. Tenía pensado escribir sobre cómo de preciosa es Galicia pero eso lo dejaré para otro momento. Hoy os voy a contar mi experiencia en la UIMP en el curso de Inmersión lingüística en inglés en la sede de A Coruña.

Para empezar, debo decir que a pesar de haber muchísimas sedes en sitios guays yo elegí A Coruña porque el norte siempre me ha perdido y Galicia aún más. A Coruña era una de las ciudades en las que aún no había estado y pensé que sería una buena oportunidad de visitar la ciudad y además aprender.

Como bien sabéis, Extremadura es la región peor comunicada del mundo y si quería ir hasta allí en bus tardaría más de trece horas. Por lo tanto, elegí salir en avión desde Sevilla y llegar hasta Santiago de Compostela, pasar allí el día e ir a La Ciudad de cristal sobre las nueve de la noche.
Todo pintaba muy bonito hasta que llegamos a la puerta de embarque y nos contaron que el vuelo saldría con unas tres horas de retraso. Tras poner las reclamaciones y tirarnos un poquito de los pelos, conseguimos relajarnos y por fin, después de tres horas, llegamos a Santiago de Compostela.
Cualquiera que me conozca bien, sabrá que Santiago es una de mis ciudades favoritas de España y que es un placer para mí volver siempre que tengo la oportunidad.
Vimos el casco histórico, nos tomamos una cerveza -enorme- mientras veíamos un concierto de gaitas justo detrás de la Plaza del Obradoiro, comimos empanada gallega, paseamos un ratito y por fin pusimos rumbo a La Coruña.



Llegamos a la residencia donde se desarrollaría el curso y allí en recepción conocí a la que sería mi compañera de cuarto e inesperadamente de clase durante esta maravillosa semana. Porque maravillosa es la única palabra que se me viene a la cabeza para describir estos días. 

Al día siguiente, a las siete de la mañana ya estábamos en pie para vestirnos, ir al desayuno y asistir a nuestras clases. Estaba más nerviosa de lo normal ya que hacía dos años que no pisaba una academia de inglés y no sabía cuál sería realmente mi nivel, nerviosa por conocer a mis profesores, por no saber cómo se desarrollarían las clases y por conocer a tantísima gente nueva con la que viviría toda la semana.

Antes de ir al curso, tuvimos que hacer un examen online y según la nota, nos metieron en un curso u otro. A mí me metieron en el 5C y tras hacerme la entrevista personal me subieron al 7C (equivalente a un B2) , el que sería mi curso durante toda la semana.
Subí a la clase y allí me encontré con mi compañera de cuarto, la cual ahora por suerte también sería mi compañera de clase. Y allí llegaron tres chicos más de diferentes ciudades. Y mi genial profesor. Nos presentamos, nos reímos y poco a poco nos fuimos conociendo.
A lo largo de la mañana conocería a mis otros dos profesores y a muchos compañeros que aún no estando en mi clase, compartiría con ellos toda la semana.

El primer día se hizo muy cansado, intenso y divertido. Seis horas de clases con descansos de diez minutos, tres profesores diferentes y hablando TODO en inglés. Los siguientes días también se hicieron intensos ya que a pesar de tener que ir a todas las clases, debíamos preparar una presentación individual de diez minutos sobre un tema que elegiríamos nosotros y una performance que deberíamos representar a nuestros profesores y compañeros.
El viernes fue el día más duro: clase, examen, presentación, performance y finalmente la entrega de diplomas y ver cómo tus profes se iban y cómo tan solo te quedaba muy poco tiempo con tus compañeros. No os miento si os digo que hacía mucho tiempo que las despedidas no me dolían tanto.

Me encantó la metodología del curso ya que estaba prohibido hablar español, los profesores eran ingleses nativos y muy jóvenes; lo que hacía que hubiera más confianza en las clases y una actitud más participativa.  Aprendimos jugando, hablando de nuestras experiencias, vendiendo nuestras ciudades y conociendo las de nuestros compañeros, conociendo mucho a las personas que teníamos en clase, a nuestros profesores, a la cultura inglesa, expresiones de la ciudad de donde venían nuestros profes (Ey up!!), conociendo diferentes acentos...



Y es que con estas experiencias, conociendo tantas cosas en tan poco tiempo y con una compañía increíble, es como noto que crezco personalmente. ¡Que nunca se acabe mi ansia de conocer y de vivir nuevas experiencias!  






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